lunes, 31 de agosto de 2009

Cesárea de la ciudad

Podría sonar a ensoñación o a aterrizaje de un viaje lisérgico, pero qué bien se está en esta ciudad en agosto. Casi que te apetece tirar una sábana al suelo para acurrucarla y que descanse de la continua prostitución a la que se ve sometida.
Todos me preguntaban este verano, y qué Barcelona, qué guay no? Dicen que las caras reflejan las almas, y la verdad es que no pude evitar torcer el morro al pensar en la granja-escuela en que se ha convertido esta hija mediana con estilo. Que si te pongas la falda debajo de la rodilla, que si te pongas los mocasines bien limpios, que dejes el coche en el garaje y vayas en bici, que acaricies a los perros, ayudes a los rusos a encontrar el pan con tomate más cercano, y un largo etcétera. Pobrecita, en breve le va aflorar una úlcera del tamaño de un pie. Es que la tienen maniatada, no se puede tirar ni un sonoro pedo en público y en paz.
Volviendo al hilo del silencio y la tranquilidad. Podía oír los latidos de sus adoquines, el ronroneo de las esquinas adormecidas de tanto calor. El baile silvestre de sus arbustos. Y pensé: qué mona estás así, en modo siesta, sin peinar, sin sujetador, sin pretensiones...Porque ya lo decía un viejo conocido mío: es por la mañana, después de abrir los ojos, cuando las mujeres están en su máximo esplendor.

jueves, 27 de agosto de 2009

Como si nada

Se levantan imperios, caen civilizaciones, mueren peces domésticos acostumbrados a recorridos previsibless...Las grandes y efímeras cosas de este mundo suceden como si nada. Recién llegada de un intermitente viaje de 48 horas, me recoloco, hueso a hueso. Sólo puedo decir que la cuna de la civilización occidental merece tal nombre piedra a piedra. Lo que hace el marketing. Venden nuestras ciudades como entes hipermineralizados y coloreados de mar, sonrisas y brindis non stop. El famoso Mediterráneamente. Y la verdad es que vivimos en decorados declorados y a punto para ser reciclados de nuevo.
Se está perdiendo la esencia (qué os voy a revelar a estas alturas que no sepáis). La descomposición del alma. El culto silencioso al átomo. ¿Dónde están los tomates buenos? ¿Y el pan que abraza tu paladar como una bola de algodón? Me he comido todo el pan de la isla de Kithera y parte de la siguiente, y puedo asegurar que hemos perdido el absoluto control de nuestros panes. Qué franceses ni qué boulangeries exóticas en Japón con baguettes a 4 euros. Kithera, señores. Donde un abuelo con delantal amasa pan y cuelga pulpos con pinzas de colores. Y sabe cómo aliñar las benditas ensaladas.
Pero supongo que para eso sirven los viajes. Para verificar modelos, ensalzar lo exótico y repensar lo propio. Puedo aseverar también que he visto dioses griegos con formas humanas, los primos lejanos de los habitantes de las vasijas negras y rojas. Y puedo decir que ya sé debajo de qué árbol me voy a jubilar. Algo hemos avanzado.

viernes, 7 de agosto de 2009

Un camión de abrazos y una pausa

Aunque alguna facción adicta al blog ha sugerido la subcontratación de algún becario despistado para actualizar el blog, he pensado que lo que firma y amasa la dueña de la cocktelería, mejor que siga fiel a mi mano derecha.
Técnicamente hoy empiezan las vacaciones, pero puedo prometer y prometo que si localizo un ordenador amigable conectado a internet, teclearé el status quo.
Por lo demás, os envío una tonelada de amor envasado al vacío, para que os dure hasta septiembre. Os quiero a todos con la mirada despejada y el espíritu alegre en unos días. Quereros, que es gratis.

jueves, 6 de agosto de 2009

Contracturada y efímera

Así es como me he levantado. Voy al médico de turno e intenta casi que me declare depresiva o a punto de sufrir un ataque de ansiedad para justificar el dolor en el pecho. "No veo nada" declara el hombre de bata blanca. ¿Por qué no pide trabajo en una carnicería, donde quizás sería más feliz que en una consulta, despachando líneas infinitas de longanizas? Podría llevar la misma bata, aunque un poco más sucia quizás.
Señor, los dolores no vienen etiquetados como los alimentos sin gluten. Gracias a un chorro de lágrimas involuntario ha venido una segunda doctora y ha pronunciado la frase clave: a veces los dolores más insignificantes son los más dolorosos. Cierto.
Yo no sé si ha sido la corriente de aire nocturna o el aire acondicionado diurno a 21 grados (prefiero no opinar sobre el tema, porque podría escribir todo un tratado sobre antropología, alimentación y aclimatación), el caso es que me he levantado como la mujer cordón, enroscada de dolor.
Mi madre ya me auguraba la gripe A. Necesitamos urgentemente vacaciones para obviar titulares dementes y otros desastres postmodernos. Y sí, en el taxi, mientras promocionaban dos camisetas en el Corte Inglés por 10 euros, he pensado que no somos más que motas de polvo cósmicos, dispuestos a ser limpiados con un golpe de plumero. Tomen nota y eviten los excesos de aire glacial.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Efectos colaterales de Sexo en NY

La rutina y los relojes me llevan a correr como una loca por la vida, con lo que las palabras rimel y conciencia de ser mujer quedan relegadas al fin de semana mayoritariamente. Con este fantástico horario comprimido de verano, por las tardes salgo incluso a pasear. El binomio tiempo libre y rebajas conduce inexorablemente hacia el gasto, con lo que ayer pequé de nuevo.
Quizás en la próxima vida renazca en un campo colectivista bolchevique y mi sentido estético quedará enterrado junto al cubo de los orines de los búfalos (¿hay búfalos en la estepa siberiana?). Y luego, siempre de fondo, oigo a mi abuela y su escala de valores implacable: hay que ir bien vestido por la vida. A continuación resuena mi padre: la gente juzga por lo que ve. Siguiente, mi madre: hay que ahorrar. Y entonces me reconecto a la vida real y estoy en una tienda estupenda tienda sueca donde 5 cosas suman mi sueldo y pierdo la vista en una vajilla modernísima decorada con ciervos y en unos zapatos dorados muy bonitos pero ponibles 6 veces al año.
Y todo esto se remonta a esas 4 petardas, náufragas de la visa y de Manhattan que se pasan el día coctel en mano y escaneando escaparates. Y entonces hablo yo: aristócrata con sueldo bolchevique. Y me voy con un vestido a casa canturreando por las esquinas.

martes, 4 de agosto de 2009

Cuando la ciudad calla yo hablo

Ayer tuve chuchi party y fui a comer chuchi estupendo para comer. Y luego le hice de sparring y psicóloga a mi primo (es un servicio que nos intercambiamos mensualmente ahora sí, ahora también). Le acompañé a una serie de tiendas seleccionadas de papelería y objetos varios. Son las típicas tiendas que nunca frecuento porque personalmente me deprimen. Entras a una papelería a por un boli y sales con 53 cuadernos, 2 plumas, 3 álbumes de fotos, vamos, el despelote. Y las de menaje, como que está todo tan horriblemente bien puesto que dan ganas de destrozarlo todo. Su función debe ser inspiradora pero para mi gusto se aleja de la realidad. ¿Quien utiliza un platito de canto dorado para tomar un batido de verano? ¿Y la velita en forma de pez para meter en la bañera mientras lees el enésimo libro de autoayuda? Seamos realistas: deme platos como Dios manda y algún vaso y no nos eleven la vida hacia vajillas infinitas y decantadores de vino que nadie en su sano juicio tiene tiempo para utilizar. Lo bueno, es que como no me callo ni debajo del agua, le conté todo esto a mi primo y le puse la cabeza como un bombo. Y luego nos tomamos un té y pensé que donde esté un buen lazo de sangre, que se quiten las modernas con ínfulas humanistas. Y sí, me compré otro libro de iluminación espiritual. Si os portáis bien os lo cuento.

lunes, 3 de agosto de 2009

Para qué sirve el fin de semana

56 horas sirven para muchas cosas. Consagrarse como una croqueta humana en el sofá y tragarse la primera temporada de Sexo en NY sin pestañear, tomando buena nota del comportamiento masculino universal (obviando las odiosas generalizaciones). La mayoría son párvulos con Visa Oro y trajes caros y un gran agujero en el corazón, que lo van llenando con silicona y entretenimientos varios (golf, copas y cocaína) según la temporada.
Ir a la playa con dos hombres que comparten tu apellido y tirarse al mar estilo Mitch Buchanan mientras se te cae la braga del bañador y dos jubilados tienen un tirón en la próstata al verte de tal guisa. Compruebas que tu padre tiene algunas ideas del siglo XIV respecto a als relaciones hombre-mujer y que se queda totalmente horrorizado ante el hecho de que hayas borrado del teléfono del enésimo garrulo mental. Si no te llama es que se debe estar duchando. ¿Desde cuando las duchas duran 43 horas? Momento pataleta: hombres del mundo, si sólo queréis desenfundar el sable (a todos nos mueve a veces lo mismo) escribidlo en la correspondiente tarjeta de presentación y no vendáis el paquete de pseudo poeta sensible atormentado por los tiempos que corren.
Insisto: la gente madura es la que hace menos daño. Feliz lunes nublado, corazones despejados.